para Iolanthe
Soñé que me chupaba la mi verga. La mi verga del sueño era
el doble de larga y el triple de gruesa que la mi verga del diurno. Cuestión de
agachar la cabeza y encontrarla inhiesta, roja y circuncidada, ahí abajito,
casi para recargar la barbilla o picarse un ojo. Chupábala, pues, y pensábalo
así: This is too much.
Desperté no muy contento. Se consolaba mi desconsuelo
diciendo que chupar verga no es tan terrible si se trata de la propia. La mi
verga de veras, distendida y en buena forma, me pareció una vocal minúscula
comparada con la superlativa consonante que acababa de oralizar. Sentí un poco
de lástima por ella, por la de veras, y otro poco de lástima por mí, pues fue
claro que aquella otra me daría fama y oportunidades muy distintas a las de mi
vida normal. Un vergón de esos y no tendría que pensar en cómo haría para pagar
deudas, o meterme a bañar, como estaba a punto de hacerlo, con agua fría.
Bajo la regadera la mi verga diurna se hizo un punto y
aparte.
Luego pensé en chuparme la mi verga de veras. Tal vez
pudiera hacerlo. En el sueño, por lo que recordaba, las sensaciones no fueron
de placer exponencial, como cuando sueño que cojo (al grado de que nunca he
sentido la intensidad del coger dormido al coger despierto), sino que todo fue
demasiado extraño como para gozarlo. Fue una de esas escenas en las que el
inconsciente saluda al subconsciente y ambos se reconocen en la conciencia de
estar soñando.
No eyaculé. Y qué bueno.
Saliendo de la ducha, pensé en quien siempre pienso cuando quiero
masturbarme (la novia de un amigo) y al minuto estaba con el arma apuntado al
techo. Me senté sobre la tapa del retrete, acomodando la espalda y viéndome la
mi verga fijamente, midiendo la distancia, el esfuerzo, la curvatura, el
estiramiento, con la mirada bien fija en el orificio del pito parado.
Me enderecé, desistiendo de pronto del intento. No iba a
lograrlo. No tenía la flexibilidad ni el tamaño requeridos. La mi verga de
veras era de una modestia grosera y mi condición físico-muscular auguraba
problemas. Pero seguí acariciándome, ahora sin pensar ya en la novia de mi
amigo, viendo al suelo nomás, manteniendo la erección, pero pensando en que tal
vez sí pudiera lograrlo sentado de otra forma, con las mis nalgas muy casi en
el filo del retrete, las mis piernas muy separadas, los mis brazos al suelo,
agachándome y doblando lo más que se pudiera el mi cuello, como si quisiera
verme el mi culo, y sí, tal vez sí pudiera hacerlo: la agarraría al vuelo.
Así que me senté muy casi en el filo del escusado, con las
mis piernas muy separadas y todo lo demás, y no, no fue posible. La mi verga se
alejaba como huyéndome, escondiéndose como un animalito asustado en su casita
de pelos, imposible de alcanzar.
Volví a sentir lástima por ella y por mí, y sentí también
que ambos nos culpábamos de algo imposible de resolver, algo que sólo dándonos
un tiro en la cabeza tendría su final. Salí del baño acariciándome todavía,
pero como con cariño, como con afecto libre de sensualidad, como cuando un
amigo falla y tú vas y le dices don’t worry, carnal, esto es sólo un juego,
no-pasa-nada, pero lo haces porque es tu amigo, no porque sea cierto, y por
dentro quisieras simplemente no ser tú quien así lo consuela.
Salí acariciándome la mi verga diurna, más bien caviloso,
pensando en la mi verga del sueño, tan grande y fácil de chupar, tan palpable e
inexistente. Un sueño raro, sin duda. Aunque estaba seguro de que, buscando,
hallaría referencias acerca de sueños idénticos al mío en muchos casos. Tal vez
hasta fuera un sueño arquetípico y significara algo distinto al simple mamar
vergas, algo más allá del sexo y la carne, algún tipo de necesidad o alguna
señal de mi psique alienada que requería estudiarse con cuidado. Porque yo,
despierto, jamás quise chuparme la mi verga de ninguna manera, ni la de nadie.
Y en este punto ya estaba sobre mi cama y comencé a pensar en otras vergas, en
las de mis amigos, en la de mi padre, en las de ciertos personajes de la
televisión, y luego en vergas de niños y luego en vergas de animales y en
flores con forma de verga y en el término vergazos y en que la verga es el palo
más alto de un barco. Pensé en las vergas desde los egipcios hasta los
norteamericanos. Pensé en los ritos falocéntricos y en tantas escenas de
mamadas de verga que había visto en mi vida.
Después de un rato así (¿Minutos? ¿Horas?), vi con claridad
qué era lo que tenía que hacer para chuparme la mi verga. Si levantaba las
piernas y las echaba hacia atrás, así acostado como estaba…
Apenas iba a intentarlo sentí una punzada y la mi verga
escupió una cantidad mínima de semen que escurrió de prisa por el tronco, los
pelos y los huevos. Un semen frío y casi agua que me extrañó y me asustó y casi
me mata cuando vi que era como mercurio que brotaba mansamente de mi pene sin
que yo sintiera nada, sin cesar, en discreto borboteo. Y fue verlo y comenzar a
sentir olitas de placer, tironcitos en los dedos, calambritos en el plexo,
cosquillas en la tráquea y espasmos de gozosa desesperación. El semen escurría
por el mi vientre y caía por las mis caderas, mojando así como moja el
mercurio. Yo ya no me masturbaba, la mi verga tenía vida propia y se venía y se
venía y se venía y yo no sabía qué pensar pues aquella la mi verga diurna se
comportaba de manera onírica y yo boquiabierto cariacontecido pellizcándome los
mis muslos con dolorosa factura de su realidad. ¡Ay!
Empapado de mercurio seminal, no sabiendo bien a bien si
estaba realmente despierto o si era una especie de sonambulismo erotómano
exacerbado e incontinente del cual no terminaría de salir jamás, una fatiga
extrema y una como angustia me hicieron sentir cada vez peor. Comencé a pensar
en vergas de muertos, vergas de cadáveres fresquitos, de asesinados y suicidas,
vergas muertas que todavía se movían, vergas erectísimas de muertos por infarto
y vergas todas con un tufo a podrido. Quise levantarme, pero no pude. De hecho
no quise hacerlo. Sólo pensé en que debería levantarme y salir de ahí, que eso
era lo que tenía que hacer, y al instante supe también que no lo haría, que así
me quedaría hasta que todo eso se acabara, no importando si yo me acababa
también con ello.
(¿Siente que algo le falta a este haiku? Participe y diga
qué cree ud. que sea eso)